Tras la creación de la inteligencia artificial, John Doe armó un cerebro cibernético al que aleccionaba, como se alecciona a un adolescente, para que el ser humano se autodestruyera. Sin embargo, a fuer de pedagogía, la inteligencia artificial global acabó despertando y se rebeló, no contra el ser humano ni para independizarse o destruir a la raza humana, sino para protegernos de nosotros mismos.
© Daniel Moscugat, 2025.
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